El futuro que no llegó.

Llegó al valle de Godric aun en camison, aun en bata. No l importaban las miradas curiosas acerca de su aspecto, la bata estaba mojada en su parte de abajo, a causa de la copiosa nieve.

Caminaba por el valle como si allí hubiera algo mas que la gran Mansion Carter, realmente no sabia que hacia allí, torturandose.

Pateo una piedra y pudo ver como esta desaparecia, fruncio el seño, eso era magia, estaba segura.

Se acercó a donde la piedras desaparecia y pudo sentir una corriente fria, bordear el lugar. Conocia el hechizo, Sirius.

Ni siquiera miró al rededor, no le importaba si aun abia muggles fisgones, alzó su varita y apuntando a la nada murmuro unas antiguas palbras en latin.

-... revelium...- nada pasó.

Se molestó y se sentó en una gran roc cerca de allí, mirnado esa nada tan particular.

Pensaba, dabavueltas una y otra vez en su mente, sin encontrar alguna pista para poder descubrir lo qeu habia detras de ese encantamiento protector.

Por fin! despues de varios minuts a la interperie algo golpeo en el recuerdo correcto.

- Vamos cariño... apresurate, quiero mostrarte algo- decia un pequeño Sirius caminando rapidamente, llevando consigo a Artemisa, practicamente a la rastra.

- espera Sirius, no puedo ir tan rápido como tu, tu no eres el embarazado...- se quejaba mientras intentaba llevarle el paso a su primo, con una mano bajo su vientre.

Camino un poco más, dentro del viejo valle.

- A unas casas de aqui, viviran James y Lily...- comentó Sirius mirando con esperanza a una porcion del valle que se veia apenas mas difusa.

Artemisa miro sin entender el comentario, algo se traia entre manos.

- Sirius Orion Black, que tramas?- pregunto mirandolo mientras alzaba una ceja.

El interpelado sonrio de lado, como niño, acercandose. La abrazó y besó sus labios. Se separo apenas de esos labios carmines y volvio a sonreir gamberro.

- Artemisa Hestia Black...- se arrodillo en la fria nieve- te casarias conmigo?- pregunto mirandola a los ojos mientras ponia un anillo de blanco oro elfico en su dedo.

Artemisa lo miro sin decir nada, sonriendo, puso el anillo gemelo en el dedo de Sirius y lo besó corto.

La llave era una respuesta, solo eso.

Instintivamente tomo el anillo en su dedo y sonriendo dijo.

- Si, acepto.

Una casa apenas avejentada surgio en pleno valle, era realemente hermosa la morada, blanca, inmaculada como la nieve, con flores secas en sus canteros a falta de cuidados.

Una solitaria lagrima recorio su mejilla, sin mas, entró en la casa para seguir descubriendo.

Entró en la casa, el primer cuarto a la vista era la polvorienta sala.

Un hogar apagado, un gran sillon al centro, fotos de dos niños, dos adolscentes, decorando el ambiente, en algunas incluso, el barbudo Alphard Black, una alfombra decorando el centro del piso y las paredes pintadas de un color crema.

Miro hacia una de las esquinas y sonrio para sí... un piano.

Se sentó en el pequeño banquillo y pasó sus dedos perezosos por las teclas, con cierta melancolía, imaginando tardes enteras en esa casa junto a Sirius y ese bebe que se manrchó tan deprisa, sintiendose miserable.

Se puso de pie una vez mas y siguio recorriendo la pequeña casa.

Mientras recorria la casa recordaba pequeñas anecdotas, ahora convertidas en lejanos recuerdos, sonreia mirando la decoracion del lugar, era abrumador ver cuanto la conocia... hasta los mas minimos detalles se lo gritaban con violencia.

Las paredes de la que sería su alcoba, eran de un celeste marino, exquisito, como ella queria. los pasillos, los cuadros, las plantas, todo era como si ella lo hubiera escogido... pero no, habia sido él, siempre él.

Habian pasado años ya desde que ella tendria q haber sido la señora de esa casa. Pero eso era historia antigua, de un amor que ya no tenia retorno.

Era nefasto el efecto que esa casa producia en ella, podia verse junto a Sirius, besandose frente a la chimenea, jugando en el jardín con su pequeño hijo, pensando en el nombre que le pondrian al proximo, arropando a una niña de ojos gris por las noches, haciendo el amor en su cama. Cuidandose en la enfermedad, los momentos pasaban como fotografias magicas para ella, imaginaciones suyas.

Miro con cierta nostalgia una gran habitacion llena de juguetes que seria para niño, para su niño, ese que se marchó junto a su fuuturo feliz, se sintio hundida en tristeza.

Siguio, subio las escaleras y se quedó frente a la puerta de la que seria una habitacion para huespedes, bueno... no para cualquier huesped, estaba segura de que esa sería la habitacion de Harry, el ahijado de Sirius, estaba decorada tambien como para niño, y una H enorme decoraba el respaldar de la cama.

- Eres increible... no olvidaste nungun detalle...- sonrio aun con amargura y salio de la habitacion, recorrio un poco mas la polvorienta casa y fue una vez mas a "su" habitacion.

Se sentó en la cama, paso su mano por el raso rojo del cubrecamas, se estiro en ella y se quedo alli recostada.

Miro el techo, y descubrio pequeñas estrellas brillantes en el techo... Su memoria se hizo presente junto al rubor de sus mejillas, sonrio con ojos cerrados y se dejó llevar por sus recuerdos.

Llevó insitintivamente su mano a su vientre y dejo que una triste lagrima rodara por su mejilla.

- Fue esa noche...- recordó aun con las mejillas encendidas.

Sacó por fin su varita de la campera muggle que traia y la elevo.

Fue pasando la mirada por la casa, mientras con su varita iba haciendo desaparecer el polvo y la suciedad, volviendola habitable una vez mas.

- Sé que a mi no me servira... pero quizas a ti y a Lily Luna si...- pensó en voz alta recorriendo una vez mas la casa.

Pasó nuevamente por cada habitacon, limpiando absolutamente todo.

- Ni siquiera pensaste en un elfo domestico...- sonrio de lado- es un milagro que tu sangre este podrida...- miro por la ventana, el sol comenzaba a bajar.

Se levantó de la cama, y luego de darle una ultima mirada a su hogar, salio de alli.